El valor del ejercicio para la prevención y tratamiento de la ansiedad y la depresión ya era conocido por los médicos desde la época de Hipócrates.
Así es arriba como abajo. Si bien el estrés se origina en el plano mental y emocional, este se manifiesta en el receptáculo que los contiene, el cuerpo físico, y entonces el proceso se invierte, es decir, que existe una acción de correspondencia pero a la inversa: cierto malestar físico se manifiesta en los planos emocional y mental.
El ejercicio y el deporte, no hay duda de que están asociados con una reducción del estrés. Habrá de tenerse en cuenta la edad, sexo y modelo de salud mental. Una sesión de ejercicios aeróbicos, por ejemplo, es suficiente para reducir la ansiedad de individuos ansiosos. Ya los sabios antiguos recomendaban cansar el cuerpo físico para equilibrar los otros planos que forman el ser humano. Para producir un efecto deseado, el ejercicio debe ser rítmico, como la caminata, la carrera, saltar sobre obstáculos o ir en bicicleta, manteniendo una duración de 5 a 30 minutos, en una intensidad del 30 al 60% de la intensidad máxima permitida para el sujeto.
Así, tenemos una doble vía, una de origen psicológico y otra de origen fisiológico.
En lo psicológico y mental: la práctica deportiva produce una despreocupación de los eventos estresantes al concentrarnos en otro tipo de cuestiones asociadas al deporte, lo cual ayuda a reducir el nivel de estrés en el organismo. Es decir, despeja nuestra cabeza, la cual puede ser más objetiva.
En lo fisiológico: la práctica de actividades deportivas conlleva una mayor liberación de endorfinas por parte del cerebro, la hipófisis y otros tejidos, lo cual se traduce en un estado de sana euforia y una mayor sensación de bienestar, así como una disminución de la sensación de dolor, lo cual nos lleva a una mayor salud.
Deportes que ayudan a combatir el estrés: todo ejercicio físico es beneficioso; sin embargo, no está de más señalar algunos requisitos que nos ayudarán.
Los deportes o las actividades físicas que más ayudan deben reunir las siguientes características:
– Regularidad, pues a largo plazo, la práctica regular de ejercicio reduce el riesgo de depresión y mejora el bienestar físico y mental.
– Dosis: se trata de crear un buen hábito. A mayor número de sesiones, menores son los niveles de estrés y depresión.
– Continuidad: a largo plazo, el ejercicio reduce la ansiedad y mejora considerablemente la estabilidad emocional, clave para afrontar mejor el estrés.